Autorepresentación y autoría indígena

Comunicar lo mapuche desde la propia identidad es una de las premisas en torno a las que se funda el proceso del festival FicWallmapu. Esa premisa responde a la necesidad de que exista un espacio en donde el cine y el arte indígena sean el eje movilizador de todas las acciones que implican la realización de un festival internacional de cine y artes indígenas en territorio mapuche. Lo anterior implica un ejercicio de posicionamiento, es reclamar espacios para que nuestra propia voz tenga lugar porque hablar de nosotros, sin nosotros, es invisibilización; es asistencialismo paternalista que se apropia de nuestro lugar de enunciación, y en esa práctica se distorsionan nuestras narrativas. 

En ese contexto, el diseño gráfico o comunicación gráfica en FicWallmapu atiende a la premisa de comunicar desde la propia mirada mapuche. La potencia de esa legitimidad autoral interna va tomando cuerpo y fuerza a partir de las mismas reflexiones que se van gestando en las instancias de diálogos con las diversas perspectivas de los territorios indígenas a nivel global. Conceptos como autonomía de la imagen, autorepresentación, extractivismo epistémico, apropiación cultural y anticolonialismo son el sustrato que avala la importancia de una voz e imagen indígena enunciada en primera persona. 

En los diálogos que actualmente se dan al interior del mundo indígena que se reflexiona, problematiza y reclama su lugar en el mundo, siempre desde miradas y búsquedas colectivas, la comunicación gráfica y la imagen en FicWallmapu se plantea como necesaria, ya que no solo es hacernos cargo discursivamente de una coherencia editorial dentro del festival, es también comprender y dimensionar el valor que posee el universo de la iconografía y los símbolos en el mundo indígena. Es hacernos cargo de que hay resguardos y criterios que sólo el propio mundo indígena porta, dimensiona y respeta respecto de su propia historia, lenguaje simbólico, episteme y política.

El conocimiento simbólico indígena, y en particular del mundo mapuche, se transmite y resguarda con la dimensión de herencia. Va de generación en generación transitando por vínculos y contextos que aperturan el traspaso de ese saber al interior de la familia, de las comunidades y del territorio. Hay saberes que se comparten y otros que no, hay símbolos que poseen una carga significante que requieren un respeto y resguardo particular. Los símbolos están asociados a contextos, es decir, abordar el mundo simbólico, gráfico y la imagen mapuche es conjugar aspectos que tienen que ser entendidos y atendidos para comunicar de manera coherente, legítima y respetuosa. Es, en suma, el abordaje de una propia ontología. 

En el mundo mapuche, en tanto colectividad, sabemos decodificar nuestros imaginarios y voces, las reconocemos. Ello lleva implícito que también sabemos reconocer una imagen que no nos representa. 

Los estereotipos, folklorización, esencialismos o descontextualización a la hora de representar lo mapuche, son prácticas comunes y los ejemplos sobran. El kultrun en el suelo de la plaza de Osorno, el lukutuwe en la baldosa del rodoviario de Temuco y la trapelakucha en la medalla de los panamericanos 2023 muestran y delatan no un mero descuido, es extractivismo colonialista que supone que lo mapuche está a libre disposición para adorno y decoración, al mismo tiempo que se nos niegan derechos fundamentales. 

Afortunadamente, estos “descuidos” cada vez pasan menos desapercibidos en la era de la imagen digital, redes sociales y la era de interconexión global de los mundos indígenas que reflexionan frente a la instrumentalización de nuestras identidades.

El contexto estructural e histórico de invisibilización, usurpación e inferiorización de lo indígena, y en particular de lo mapuche, hoy ya no resiste no dimensionar el peso y relevancia de la representación en sociedades históricamente marginadas. La autorepresentación, como concepto que nace de reflexiones y posturas al interior del propio mundo indígena a nivel global, es un paso concreto hacia el respeto por nuestra identidad y derechos.

Retrato del autor
Antü Pradines Antillanca

Artista williche del lof Ilihue, uno de los nueve rewes de Lago Ranco. Desde su territorio, problematiza y genera una propuesta artística que hace eco de su identidad mapuche rural y su sexo afectividad disidente frente al contexto sociopolítico hegemónico. Su obra tiene como matriz el universo Williche rural heredado de su familia materna. Esto, sumado a su formación en diseño, le permiten crear una propuesta artística pertinente y contemporánea que permea y expande las fronteras de los imaginarios y posibilidades instaladas para el mundo mapuche. Entre sus trabajos, destaca el logo para la ex presidenta de la Convención Constituyente, Elisa Loncon; diversos catálogos, entre ellos Fillke, FicWallmapu, de Cultores Nagche y revista Traytrayko. Ha impartido diversos talleres y seminarios, a nivel local e internacional, para dialogar de arte y autonomía de la imagen indigena. Este año realizó en Temuco la exposición Witxalmapu, obra que retrata ocho años de trabajo en Ficwallmapu, espacio del que forma parte desde 2015 en el rol de dirección de imagen.