Del miedo y la unidad se habló tras la exhibición de «mujeres de la mina» en Temuco

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En su mayoría fueron mujeres quienes se emocionaron e inspiraron con la historia de las mujeres mineras del Cerro Rico de Potosí. Tras la función, compartieron sus impresiones y rescataron la importancia del apoyo entre mujeres para reivindicar los espacios que les han sido vetados. Posteriormente, la mayoría se sumó a la marcha que conmemoró este día.

En la navidad de 1977 Domitila Barrios junto a otras cuatro mujeres comenzaron una huelga de hambre en contra de la dictadura de Banzer, en Bolivia. A los pocos días se sumaron miles de personas, derrocando al tirano. Esta historia es uno de los pasajes de lucha que retrata el documental dirigido por Malena Bystrowicz y Loreley Unamuno, las argentinas que a petición de Francisca González, una de las mujeres de la mina, llevaron al cine la organización de las quechua -en su mayoría viudas por los derrumbes y la silicosis- que desafiaron las supersticiones machistas para trabajar en la mina y sacar adelante sus familias.

Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, el FICWALLMAPU en alianza con el Museo Regional Araucanía exhibió «Mujeres de la mina», para homenajear la digna lucha de las mujeres mineras del Cerro Rico de Potosí, emblema de la crueldad colinizadora. Hito que se alínea con las demandas históricas por mejoras laborales que dan sentido a esta fecha.

En su mayoría fueron mujeres las que coparon las butacas de la sala Enrique Eisler del Museo, donde se proyectó este premiado documental que tiene entre sus declaraciones a Eduardo Galeano, quien durante los años 70 vivió en Potosí para conocer de cerca estas realidades.

Archivos históricos, testimonios desde la intimidad de los hogares de las mujeres mineras, tomas subterráneas y un tono poético mantuvieron la atención de las y los asistentes, quienes tras los 62 minutos que dura el documental compartieron sus impresiones emocionadas.

Una de las asistentes que socializó su sentir fue María Velásquez: «Perdiendo el miedo podemos lograr muchas cosas. Una vez conversé con una mujer boliviana que me preguntó: ¿ustedes qué están haciendo en Chile que aceptan todo este desierto verde que tienen?, ¿por qué no salen a las calles, qué les pasa a ustedes que no están defendiendo su tierra? Y yo me sentí una cosita muy pequeñita y cobarde».

Otra de las reflexiones que se alzó fue sobre los espacios que históricamente han sido vetados: «¿Qué lugares nos han dicho socialmente que no son nuestros? Pensaba en el mar, en la iglesia. Hay lugares que pareciera que son sólo de varones. Son espacios que quizás nos han salvado la vida en su momento pero en realidad están mal construidos. A mí me dio para pensar en esos lugares, físicos e imaginados, donde no podemos siquiera imaginar que tenemos cabida».

«Me quedo con esta idea de cómo tenemos que cuidarnos las mujeres: la unidad entre nosotras, el no ser enemigas. Valorarnos es súper importante. Esa dimensión se ve en la película. Reconocernos como valiosa cada una en lo distinta que es», señaló otra de las asistentes.

Para finalizar, Jeannette Paillan, directora del FICWALLMAPU destacó que «impresiona ver que en un lugar tan crudo, tan adverso, ellas se quedaron ahí. Resisten no solo con su propia vida, sino con la de sus hijos. Es impresionante la fortaleza». Para finalizar, invitó a los y las asistentes a sumarse a la marcha del 8 de marzo que se concentró en la Plaza del Hospital para marchar por las principales calles de Temuco: batucadas, baile y diversas expresiones dieron vida a la procesión de más de 3 cuadras de marchantes.