Pueblos originarios, la gran deuda pendiente que deja la era kirchner

Festival

Luego de la elección presidencial argentina y más allá de las corrientes políticas que se viven en esa nación sudamericana, los Pueblo Originarios aparecen como los grandes relegados de la era Kirchner. Acá, un artículo publicado El Economista América.com, el 30 de octubre.

Ajenos al dilema político que divide a la sociedad argentina, un puñado de indígenas qom acampa en el corazón de Buenos Aires con una reclamación que arrastran desde hace siglos: el reconocimiento de los derechos de los pueblos originarios sobre sus territorios y sus recursos naturales.

Ninguno de los candidatos que pelean por la Casa Rosada se ha detenido a escuchar el grito de los qom, que iniciaron su protesta en febrero y ni siquiera han logrado audiencia con un funcionario de rango menor del Gobierno de Cristina Fernández. A unas semanas de la segunda vuelta presidencial, entre el peronista Daniel Scioli y el conservador Mauricio Macri, y a menos de dos meses del final del mandato de Fernández, en diciembre, es difícil que consigan ser escuchados.

Los qom no cuentan en la pelea política. Son poco más de 60.000 personas repartidas entre las norteñas provincias de Chaco y Formosa. Menos del 0,5 % del censo electoral. Pero no desisten en su empeño, asegura Félix Díaz, autoridad de la comunidad qom de Formosa que, junto a decenas de sus vecinos, vive desde febrero en una carpa instalada en el centro de Buenos Aires, bajo la gigantesca imagen de Evita que alumbra la fachada del Ministerio de Desarrollo Social, encabezado por Alicia Kirchner, cuñada de la presidenta.

Hacinados y en condiciones insalubres en una carpa en la que conviven ancianos, jóvenes y siete niños menores de 5 años, los qom exigen que el Gobierno cumpla con los compromisos alcanzados en 2011 y reconozca los derechos de los indígenas sobre su tierra. «Sabemos que el Gobierno argentino tiene todos los recursos para poder resolver los problemas, pero falta la voluntad política», afirma Díaz en una entrevista con Efe.

Desde que comenzaron sus reclamaciones, denuncia, han vivido un calvario que ha incluido la represión en algunas de las comunidades. «Queremos la devolución de las tierras pero con respaldo jurídico», dice el líder indígena, que lamenta que su pueblo se siente «ocupante» de sus propio territorio. «Nos quitan (la tierra) a través de la fuerza, a través del engaño o comprando dirigentes indígenas, dándoles un pequeño sueldo, dándole una casa precaria, una camioneta», lamenta.

Enfermedad y muerte

Impotentes, ven que en sus comunidades se multiplican enfermedades que ya deberían estar erradicadas, como el mal de Chagas, y las muertes infantiles por desnutrición. Muertes como la de Óscar Sánchez, de 14 años, que pesaba 9 kilos cuando falleció en septiembre. O la de Lara Yamila Sánchez, de sólo 22 meses, que no logró llegar a un hospital de Buenos Aires, donde podrían haberla salvado, por trabas administrativas. «No tenemos una profesión para ir a buscar un trabajo en la ciudad, vivimos de la caza, de la pesca, la recolección, y también nos alimentamos de los recursos naturales que hay en el territorio, por eso es importante la devolución de esos territorios para poder alimentarnos equilibradamente», explica Díaz.

La educación es otra de sus reclamaciones. La mayoría de los maestros de sus comunidades no maneja la lengua indígena y se rige por «reglas que vienen de afuera». La educación, continúa Díaz, se utiliza como «un instrumento para dominar a los pobres» y «el indígena que no puede leer ni escribir es un hombre que no puede discutir su derecho».

Con independencia de su color político, Félix Díaz pide al próximo presidente de Argentina «diálogo y participación en la discusión» de los intereses del pueblo indígena. «Trabajar conjuntamente, que se apliquen los derechos constitucionales establecidos en la legislación, que garantizan la seguridad jurídica de los territorio y la existencia del pueblo indígena», resume.

Mientras ese diálogo no se produzca, dice, «yo no me considero argentino, estoy luchando para que yo sea parte de este país, yo me considero como un extranjero por la violaciones que sufro día a día, de no tener agua, de no tener acceso a la salud, no tengo una formación como corresponde».

«Están reconocidos nuestros derechos constitucionales y los derechos no se negocian. Es como la vida misma», concluye Díaz, bajo la estatua de El Quijote que emerge sobre el techo de la carpa qom. Cae la tarde sobre Buenos Aires y, a sus espaldas, el gigantesco retrato de Evita se ilumina. Es el mismo que Cristina Fernández muestra en sus comparecencias en la Casa Rosada. La imagen de la «abanderada de los humildes», según la tradición peronista argentina.